ALFONSO X EL SABIO Y LOS PACTOS DE ALCALÁ DE BEN ZAYDE

BIOGRAFÍA DE ALFONSO X

Hijo primogénito del rey castellano San Fernando, nace en Toledo a finales del 1221. Casó en 1246 con Violante de Aragón, hija de Jaime I, con el que tendría contactos personales en momentos de singular gravedad e importancia; y muere en Sevilla en abril de 1284, a sus 63 años. Rey, por una parte, belicoso; con alianzas expansivas con Portugal, Inglaterra y Navarra; y con una ambiciosa pretensión de la corona de Alemania y del título de Rey de los Romanos. Soñando con la conquista de África, mantendrá en el último tercio de su vida un aguerrido enfrentamiento con los árabes, todavía instalados en el sur de la península, con muy desigual fortuna. En este período, muere su primogénito Fernando; su hijo Felipe pacta con los enemigos musulmanes de su padre; su esposa Violante defiende a los hijos del primogénito difunto, los Infantes de la Cerda; y su hijo Sancho muestra sus pretensiones a sucederle. El rey Alfonso se vio envuelto en guerras y en acontecimientos políticos que le hicieron cometer graves errores y que resolverá a veces en contra de sus propios sentimientos.

Al mismo tiempo, sus biógrafos anotan como momentos importantes de su vida la redacción de Las Partidas (a. 1256-1263), por poner un ejemplo, el inicio recopilatorio de la Crónica General, y la publicación de obras científicas como el Saber de Astronomía, entre otras; y destaca asimismo su obra poético lírica, uno de cuyos ejemplos, las Cantigas de Santa María, y no dejan de subrayar la importancia de algunas de sus traducciones de singulares obras del saber árabe y judío.

Alcalá la Real y el rey sabio

La relación del rey sabio con Alcalá viene de un hecho de trascendencia histórica ocurrido en el verano de 1265 en Alcalá de Ben Zayde. Las fuentes tratadas son más numerosas y no se ciñen a los manuscritos locales. En esta población nuestra se firmaron unos pactos o acuerdos entre Alhamar de Granada y Alfonso X el Sabio. Nos cabe la satisfacción de haber localizado el lugar exacto de la entrevista y firma, en uno de los manuscritos del XVII, debido al ya citado Luis Alfonso de Aranda. La colina que hay frente a la ladera occidental de la Mota, por encima del actual cementerio, se la conoce popularmente como Cerrico de los Caballeros. Entre ambas discurre hoy un magnífico acceso a la fortaleza, evitando el paso por el casco urbano. Pues bien, en este lugar hubo hasta hace pocos años unas eras, llamadas de San Bartolomé, por su proximidad a la ermita de este santo, de la que no quedan ni indicios. Aquí fue el encuentro.

Otros nombres se dan de este sitio, perfectamente localizado, en documentos antiguos, pero el que más nos interesa es el de “Cerro de los Palacios”, que don Antonio Guardia situó equivocadamente en las Cruces. Y, ¿por qué este nombre? Al parecer, según Aranda, porque fue en este lugar de San Bartolomé donde se entrevistaron y concertaron el castellano y el granadino. Por consiguiente, es posible que titular el cerro con ese nombre estuviera motivado por las instalaciones, tiendas reales, campamentos, que con tal ocasión se montaron, y que permaneciera en el recuerdo de los alcalaínos durante muchos años, dada la trascendencia del hecho.

La situación en aquel momento de los dos reinos y la identificación de algunos personajes, si bien es fácil acudir a la consulta en cualquier libro especializado. Tras la entrada de los castellanos en el valle del Guadalquivir, después de la renombrada victoria de las Navas de Tolosa, hubo en diversos momentos intentos de recuperación por parte musulmana, coincidentes con períodos de enfriamiento en las relaciones castellano-granadinas. La rebelión mudéjar de 1264 es un buen ejemplo de ello. Alhamar estableció contactos con el rey de Túnez y con los sometidos en diversos pueblos andaluces. El Sabio se lamentó de la participación granadina en esta rebelión, que triunfó en algunas localidades. Las tropas castellanas y de la Orden de Calatrava recuperaron lo perdido.

El levantamiento se extendió, sin embargo, por Murcia, en poder castellano desde el tratado de Alcaraz de 1243. Muhammad, hijo del reyezuelo Aben Hud, fue destronado por un caudillo rebelde, el Alboquiz, que pretendía la independencia murciana. Así que Castilla se encontraba en apuros en estos años de 1264 y 1265. Alfonso X recibió ayuda de su suegro, el rey Jaime I de Aragón. Alhamar de Granada, por su parte, visto el fracaso murciano, los ataques castellanos a la Vega granadina y la actitud de los arraeces o valíes de Málaga y Guadix, que eran de los Banu Askilula -celosos de las preeminencias de los militares beréberes-, decidió entrevistarse con el monarca castellano en Alcalá de Ben Zayde. Aquí pusieron sus treguas de postura y avenencia. Los principales puntos del acuerdo fueron:

1.º Alhamar renunciaría a sus derechos sobre Murcia y Jerez y ayudaría a Alfonso a recuperarlas de los sublevados.

2.º El granadino se obligaba a pagar un tributo al castellano de 25.000 maravedíes anuales.

3.º Castilla no daría protección a los rebeldes Askilula o Escayuelas.

4.º Alhamar les daría a estos últimos un año de plazo para volver a la obediencia.

5.º Alfonso perdonaría la vida a al-Watiq ibn Hud, de Murcia.

Desde este tratado se mantuvo una paz inestable, enturbiada por cierta tensión fronteriza, en la que tanto el granadino como el castellano jugaban con su baza: Alhamar flirteando con algunos nobles castellanos descontentos, entre los que sobresalía el infante don Felipe y Nuño González de Lara. Y Alfonso no perdiendo el contacto con los rebeldes Escayuelas, que desestabilizaban el reino musulmán.

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