La Inmaculada Concepción en Castillo de Locubín, Alcalá la Real y Frailes

Nos proponemos acercarnos al conocimiento de la festividad de la Inmaculada Concepción y al dogma religioso en que se basa, con el fin de explicar sus orígenes y su repercusión a lo largo del mundo, pues no son pocos los países que la adoptaron como patrona a lo largo de la historia.

Lo primero que cabría preguntarse es en qué consiste exactamente la creencia católica de la Inmaculada Concepción o la Purísima Concepción, un dogma que sostiene que María, en condición de madre de Cristo, no puede tener el pecado original que desde tiempos ancestrales se cernía sobre el hombre como resultado de la desobediencia de Adán y Eva. En otras palabras, aquella mujer de la que nacería nada menos que el Hijo de Dios no podría ser concebida con la misma mancha que el resto de la humanidad, por lo que se le consideraría libre de pecado desde su nacimiento. De ahí lo de Ave maria, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus.

Este dogma fue establecido de manera oficial en la Iglesia Católica en 1854, con la bula Ineffabilis Deus, firmada por Pío IX, según algunos autores por la influencia del naturalismo en el pensamiento europeo en incluso en el seno de la Iglesia, pues dicho movimiento negaba la posibilidad del carácter sobrenatural de ningún ser y otrogaba a la naturaleza y el mundo físico un papel preponderante, situándolo por encima de cualquier concepto metafísico.

No obstante, en países como España, ya desde la Edad Media se venía generelizando la defensa de esta creencia por parte de monarcas visigodos como Wamba, cuyo nombre aparece en el XI Concilio de Toledo (año 675) con el título de Defensor de la Purísima Concepción de María. Una tradición que mantendrían posteriores reyes aragoneses, castellano y finalmente españoles, desde Jaime I hasta Felipe II, quienes enarbolaron la imagen de la Vírgen de la Inmaculada en sus estandartes.

Tal fue su éxito que Carlos III crearía una orden religiosa dedicada a esta figura y la declararía patrona de todos sus reinos y posesiones. Esto explicaría, en gran parte, el hecho de que muchos de los países que hoy mantienen su culto o la reconocen como su patrona son antiguas colonias o reinos perteneciente al Imperio Hispánico.

La Inmaculada Concepción se convierte en celebración y en una festividad como tal, en 1644, cuando Felipe IV la declara fiesta de guardar en todos sus reinos, adelantándose así al papa Clemente XI, que haría lo propio para todo el mundo católico en 1708. Desde entonces, su aceptación fue creciendo entre los territorios españoles. Notorio es el hecho de que hoy es patrona de la Infantería Española gracias a un curioso episodio conocido como el Milagro de Empel, durante la batalla contra las tropas de las Provincias Unidas; pero también de numerosas localidades y organismos a nivel nacional. Más allá de nuestras fronteras, el 8 de Diciembre es considera día festivo en países latinoamericanos como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Nicaragua, México, Paraguay, Perú, o bien se celebra la misma festividad en otra fecha cercana. Pero igualmente llega la atención que en muchos otros lugares tan variados como Corea del Sur, Japón, Estados Unidos o Portugal se la haya considerado patrona o protectora de la Nación.

No obstante, como ocurre en la mayoría de dogmas y cuestiones religiosas, la aceptación o no de la pureza de María fue objeto de acaloradas discusiones entre católicos y protestantes, y los argumentos esgrimidos por unos y otros no serían escasos. Sin ir más lejos, los protestantes no conciben que la Vírgen fuera concebida libre del pecado original si no lo había sido anteriormente su madre, y la madre de ésta, y así sucesivamente, lo cual lleva a una paradoja difícil de responder. Los católicos, por su parte, defienden que María es la única que debe estar libre de pecado pues es ella la única encargada de dar a luz al Hijo de Dios.

En 1854, la iglesia católica decreta el dogma: María estuvo libre del pecado original, basándose en la tradición cristiana desde sus inicios. Contempla la posición especial de María por ser Madre de Cristo; sostiene que Dios preservó a María de toda mancha del pecado original, y que permaneció Virgen antes, durante y después del parto.

Por lo que respecta a España, en el XI Concilio de Toledo (675), el rey visigodo Wamba ya era titulado Defensor de la Purísima Concepción de María, abriendo una línea de fieles devotos entre los reyes hispanos. Monarcas como Fernando III el Santo, Jaime I el Conquistador, Jaime II de Aragón, el emperador Carlos I o su hijo Felipe II fueron fieles devotos de la Inmaculada y portaron su estandarte en sus campañas militares. El rey Carlos III, muy afecto a esta advocación mariana, creó una orden en su nombre la Orden de Carlos III y la declaró patrona de sus estados.

Desde el siglo XIV existen en España referencias de cofradías creadas en honor a la Inmaculada. En el siglo XVI se revitalizará este fervor con un ingente número de cofradías constituidas bajo la advocación de la Pura y Limpia Concepción de María, hermandades consagradas a las labores caritativas y la asistencia social. Los franciscanos fueron muy fieles a la creencia en la Inmaculada, y contribuyeron a su arraigo y extensión por todo el mundo. Era tan grande el amor por la Inmaculada, que Sevilla juró la defensa de la Concepción de María, Toda Pura, en 1615. En todos los reinos de España, desde 1644, se declaró fiesta religiosa. Clemente XI (1708), la declaró fiesta de guardar.

En la batalla de Empel los rebeldes tenían asolados a los tercios españoles, en el dique de Empel. La situación era crítica: ropa húmeda, sin comida, ni leña. Estaban sitiados. Surge la leyenda del Milagro de Empel, que llevó a la victoria a los tercios españoles, origen de nuestra Infantería: El sábado 7 de diciembre de 1585, la situación era desesperada. En el momento más crítico, según cuenta la tradición, un soldado del Tercio cavaba una trinchera o su propia tumba; encontró a enterrada una tabla flamenca de vivos colores con la imagen dibujada de la Inmaculada Concepción. Este hecho levantó la moral de la tropa, pues era la víspera de la Inmaculada. Colocaron la imagen en un improvisado altar sobre una bandera con la Cruz de San Andrés y de rodillas entonaron acto seguido la Salve.

España celebra a la Inmaculada como patrona y protectora desde 1644 y el 8 de diciembre es fiesta de carácter nacional, en virtud de la batalla de Empel del 8 de diciembre de 1585. Es patrona del Arma de Infantería del Ejército Español desde el año 1892 por Real Orden de la Reina doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, en la que se declara oficialmente»Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción, que ya lo fue del antiguo Colegio Militar y lo es de la actual Academia General y de un gran número de Regimientos. Este patronazgo tiene su origen en el Milagro de Empel, una gran victoria española en las guerras en Flandes. Es patrona también del Cuerpo Eclesiástico del Ejército y del Estado Mayor, del Cuerpo Jurídico, y de la Farmacia Militar.

El primer templo dedicado a la Inmaculada Concepción en España fue el Monasterio de San Jerónimo de Granada. Los Colegios Oficiales de Farmacéuticos y las Facultades de Farmacia, también la tienen como patrona.

En Alcalá la Real, hubo una cofradía anterior a la celebración oficial de la fiesta de la Inmaculada con el nombre de Cofradía de Nuestra Señora de la Limpia Concepción relacionada con la difusión y defensa del dogma. Estaba ubicada en una capilla en la iglesia de San Juan. Aunque construida esta iglesia a finales del siglo XIV, hay constancia de que la cofradía data de 1523 y reedificó la capilla a finales del siglo XVI con la intervención de Ginés Martínez de Aranda. La hermandad de San Juan absorbió la cofradía celebrando ambas festividades y compartiendo funciones y bienes.

También en el monasterio de San Francisco albergó el culto y una imagen de la Inmaculada, así como en la iglesia de Consolación tuvo en su templo otra imagen de la Inmaculada. En cambio, los dominicos alcalaínos no reservaron esta capilla a esta imagen en los siglos de difusión de esta advocación por su postura divergente en cuanto al dogma.

El Ayuntamiento alcalaíno siguió la línea devocional constatadas en la documentación emanada de la monarquía española. Entre otras advocaciones de María y de santos, con Felipe III comenzó el culto oficial de la Inmaculada Concepción. En concreto, las fiestas de la Inmaculada Concepción tuvieron lugar el año 1615. Fue una fiesta que vino impuesta desde la Corte, con tres noches de luminarias y colocación de hachas en las Casas de Cabildo y otras partes de la ciudad, así como repique de campanas de todas las iglesias y conventos en la víspera de la festividad.

A partir del acuerdo municipal dichas fiestas nunca se interrumpieron, formaban parte de las tablas de fiestas ordinarias del cabildo y delegadas en el cabildo de suerte. Este fue el acuerdo de la ciudad:

La ciudad habiendo píamente considerado y conferido la gran devoción que hay en esta ciudad a la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora, y confesando, como confiesa esta ciudad por sí y en nombre de todos los caballeros, los regidores y jurados y los de esta ciudad,, ser concebida sin mancha ni mácula de pecado original, que a ello perderían vidas si es menester, acuerda que se haga fiesta a la Limpia y Pura Concepción de la Virgen Nuestra Señora en su día perpetuamente para siempre jamás, cada año en su día, vísperas, y misa y se convide un predicador para este día, y que, en las suertes que esta ciudad eche suerte particular para esta fiesta, echándolo como se echa para la Fiesta del Santísimo Sacramento, y lo que se gastare en ella, ha de ser de los propios, y, faltando de los propios de esta ciudad.los regidores, jurados y caballeros. (Archivo Municipal de Alcalá la Real. Libro de Actas de Cabildo de 1615)

En 1615, las fiestas consistieron en una corrida de toros y, por la noche, luminarias y una máscara o desfile de caballeros uniformados con armas. Los actos religiosos, concertados con el abad, consistían en la misa de la Iglesia Mayor, la obligatoria comunión de todos los caballeros en la función mayor. También, se repitieron misas en el resto de los conventos de la ciudad.

En los años siguientes, la fiesta institucionalizada se amplió con fuegos artificiales y tremolar el pendón. Y se inicia el juramento a la hora de la toma de posesión de los cargos comenzó a realizarse en nombre de la Inmaculada Concepción. , en otros tiempos patrona del cabildo municipal y cuya imagen presidía el salón de sesiones a la hora de tomar los juramentos a los cargos municipales.

En Castillo de Locubín la historia es otra. La devoción a la Inmaculada Concepción viene de la mano de los frailes Capuchinos. Los orígenes de la orden Capuchina son relativamente modernos, pues no se configuró como otras a lo largo de la Edad Media, sino en el contrarreformista siglo

Inmaculada del Convento de Capuchinos, hoy en la calle Carrera de Jesús de Castillo de Locubín

XVI, como rama surgida de la Orden de Hermanos Menores, más conocida como franciscana. La fundación del convento del Castillo de Locubín 1626.

En Castillo de Locubín se había edificado por aquel tiempo una ermita o Iglesia fuera del pueblo, dedicada a la Purísima Concepción de nuestra Señora; y ésta la ofreció el Abad a los dichos Padres, encareciéndoles ser muy a propósito para Convento. El primer cronista de la provincia asegura que esta posesión se tomó el día de San José, 19 de Marzo de 1626. Por ser la ermita tan grande, hermosa y capaz, no fue menester labrar Iglesia; y así quedándose la que había como antes estaba y haciendo coro detrás del altar mayor solo se trató de fabricar el cuerpo del convento, el cual se acabó con felicidad, quedando según las leyes de nuestro estrechísimo instituto, muy pobre y muy seráfico. Duró la obra más de dos años, al cabo de los cuales se puso la clausura el 17 de Octubre de 1628, y se dedicó de nuevo la Iglesia a la Virgen Santísima en el misterio de su Concepción Inmaculada, teniéndola por Titular y especial Patrona aquella comunidad.

Restos del Antiguo Convento de Capuchinos de Castillo de Locubín, año de fundación.

De aquel pasado solo quedan restos de piedras con la fecha de erección y una bellísima imagen que luce en la fachada de una casa particular en la Carrera Jesús en la ciudad castillera. Y también el recuerdo de que en el templo mayor de la localidad había una capilla consagrada a la Inmaculada del siglo XVIII, casi en el crucero de la magna San Pedro.

Restos de la Ermita de la Concepción en Castillo de Locubín.

En Frailes solo conservamos un cuadro de pésima factura en la parroquial de Santa Lucía que se encontraba en la Ermita de San Antonio, hoy en la sacristía. Suponemos que el cuadro de pintara con motivo de la proclamación del dogma en 1854.

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