SAN ANTONIO ABAD /SAN ANTÓN (17 ENERO)

San Antonio o Antón Abad nació el 2 de enero de 251 d. C. en Heracleópolis Magna (Egipto). Su pasión por la naturaleza le llevó a renunciar a todos sus bienes y convertirse en un monje dedicado al retiro en soledad. Su modelo de vida, en el que busca la perfección espiritual del alma, tenía tres pilares: la oración, el silencio y el ayuno.

San Antón Abad, considerado también el padre del monacato cristiano, comenzó su actividad cerca de un cementerio próximo a su lugar de residencia. Cuenta la tradición que ahí combatió la presencia de varios demonios en forma de bestias salvajes. Con 35 años inició un retiro que duró más de dos décadas sobre el monte Pispir. Tras un periodo corto de seis año que volvió a vivir en comunidad, regresó a su retiro en la montaña. Sus largas estancias de retiro en plena naturaleza convirtieron a San Antón Abad en un estudioso de la naturaleza y los animales. Las pinturas que ilustran sus vivencias los retratan siempre con unos cerditos a sus pies.

Con motivo de la fiesta de San Antón muchas localidades en España celebran en la jornada previa Lumbres de San Antón. Las hogueras en Jaén se realizaban con ramas de olivo y trastos viejos del campo, se prendían al atardecer y alrededor de ellas se situaban los vecinos que bailaban y cantaban canciones con cierto tono jocoso, estas canciones reciben el nombre de Melenchones.

En el centro se colocaba un muñeco hecho con ropa vieja, en sus pies y manos se colocaban petardos que estallaban al entrar en contacto el fuego con ellos, esta tradición recuerda a la famosa leyenda del Lagarto de la Malena. organizan una gran hoguera y al día siguiente bendicen a sus animales y mascotas.

Por lo que respecta a Alcalá la Real, Castillo de Locubín y Frailes, es antigua la devoción al santo protector de los animales. Empezamos por Alcalá en donde tiene una ermita en otros tiempos a las afueras de la ciudad y hoy en día en el centro, en las inmediaciones del Paseo de los Álamos, se trata de la iglesia de San Antón. Perteneciente al hospital del mismo nombre, se levantó entre 1744 y 1753 sobre una pequeña ermita construida en el siglo XVI. La planta de este templo es oval, con capillas laterales rectangulares. Al templo se le adosa una sacristía hexagonal y una torre cuadrada con capitel bulboso. Exteriormente, está bien integrada la volumetría de los tres cuerpos diferentes que la conforman; sin embargo, es difícil apreciar el esplendor de este templo, al adosarse varias viviendas.

La iglesia tuvo tres retablos, destruidos durante la Guerra Civil. En el mayor aparecía la representación del santo titular, San Antón, lugar que ocupa actualmente la Virgen de la Aurora, trasladada aquí después de la ruina de la ermita de la Caridad. De los tres retablos, destruidos en 1936, sabíamos que el mayor, con el santo titular del templo, lo había trazado y ejecutado el artista prieguense Francisco Javier Pedrajas, reconocidísimo artífice del arte barroco andaluz. De esta obra no queda fotografía o grabado, no obstante se adivina en una instantánea de la Virgen de la Aurora, colocada aquí, en la capilla mayor, para alguna festividad. Es en la capilla del lateral del Evangelio, en la que se presenta hoy a San Antón. También sería trasladado desde el antiguo convento de los Capuchinos el Cristo de la Misericordia, para el que se construyó una capilla exterior. Hoy en día cuando llega la fiesta de San Antón los alcalaínos llevan a sus mascotas a que el párroco las bendiga.

Como no hay fiesta sin gastronomía en Alcalá tenemos los roscos de San Antón: Se elaboran con manteca de cerdo por lo que tienen una textura que se deshacen en la boca, con un toque de anís, canela y limón que los hace deliciosos y se cocinan al horno bañados en clara de huevo y azúcar que consiguen una costra crujiente única. Aunque cualquier momento es bueno para hacerlos, os animo a prepararlos para el 17 de enero, festividad de San Antonio Abad o San Antón, patrón de los animales y al que se considera padre de la figura del monje. Y en Granada La Olla de San Antón, es un plato muy contundente, y de alto aporte calórico. Este puchero hipercalórico es ideal para las zonas donde hace mucho frío. Se elabora con arroz, habas secas, garbanzos, careta, orejas, manos de cerdo, morcilla, tocino, patas, huesos de espinazo, hinojos, acelgas, etc.

En Castillo de Locubín la ermita de San Antón, se encuentra en la calle homónima, data de 1800, aunque parece ser que es anterior por unas piedras encontradas y fechadas en el siglo XVII. Fue demolida y reconstruida en 2001; conserva el vano original de medio punto de la entrada. En la hornacina de la fachada hay un San Antón, obra del ceramista local Juan Trigo. Ubicada a las afueras del pueblo en dirección a Jaén.

Con portada de arco de medio punto. En ella hay una hornacina con la imagen de San Antón. La fachada está coronada con una espadaña de una sola campana. Delante de la fachada se encuentra la Cruz de San Antón. En su lateral izquierdo se encuentra la Fuente de San Antón. Los muros están construidos de mampostería con piedra y argamasa de tierra y yeso. La armadura es de madera.

El sistema de cubierta es de dos vertientes y está construida con argamasa de yeso y teja árabe.

El cementerio se encontraba en las inmediaciones de la ermita. Y se decía una misa los días de precepto. En 1878 se dice: A no muy corta distancia de este templo parroquial, con un terreno bastante accidentado, si bien dentro de la población, en un estremo de ella, y junto al cementerio de la misma, en una barriada, se halla situada una ermita dedicada a San Antonio Abad, en la que se ha venido celebrando constantemente una misa todos los días festivos, por cuyo servicio ofrecen aquellos vecinos una limosna el día del santo, como retribución al sacerdote que la ha venido diciendo. Hoy se acercan a mí los hermanos mayores de dicha cofradía y muchos fieles del mencionado barrio, suplicando continúe diciéndose la referida misa, toda vez que en mayo último falleció el presbítero que era capellán de la misma.

A los trece años es urgente reparar los tejados de la ermita y el techadizo del cementerio anexo a la ermita que sirve para depósito de cadáveres que recientemente se había hundido. El cementerio de esta villa era propiedad de esta iglesia parroquial, y se administraba exclusivamente por la misma, hecho que por otro lado era el habitual hasta que se ordena la construcción de los cementerios de titularidad municipal. Luego los derechos devengados a los entierros se repartían entre la fábrica de la iglesia y el oficiante. Así que tradicionalmente era la fábrica la que costeaba las obras en el cementerio.

El presupuesto: Presupuesto que forma el maestro albañil que suscribe de orden del señor cura de esta iglesia parroquial, de las obras que son necesarias ejecutar en el cementerio de esta villa y ermita de San Antonio, contigua al mismo, a saber:

Por seis cahizes de yeso, a 20 reales uno: 120.

Tres pares de mulos para su conducción: 60.

Quinientas tejas para la ermita de San Antonio: 80.

Nueve días de obra que se cree serán necesarios de una cuadrilla de albañiles, a 22 reales cada día: 198.

9 jornales de ayuda: 36.

La conducción del agua: 24.

Una viga: 12.

Tres espuertas terreras: 7,50.

Total. 537,50 reales.

Castillo, 22 noviembre. Jerónimo Roldán.

En la actualidad esta cobrando nuevamente fuerza la festividad. Reunidos los vecinos en la ermita y tras la eucaristía hacen una hoguera y toman chocolate, y que ¡Viva San Antón!

Por lo que respecta a Frailes, el santo patrón de los animales, no tiene una ermita como en las anteriores localidades, sí que, en la ermita de San Antonio tiene una pequeña imagen muy cerca del presbiterio a la que los fraileros le piden proteja a sus animales, antes a sus cerdos, cabras, conejos gallos y gallinas, vacas, etc.… Hoy ya son pocos los que tienen en sus casas un corral con animales domésticos, en los hogares hay más animales de compañía que animales para el abasto de carne de la familia. De modo que el día de San Antón llevan a sus animales de compañía a que el párroco se los bendiga.

El cerdito con el que se representa a San Antón en las tallas de nuestras iglesias, significa la victoria de la fe cristiana sobre lo satánico, ya que fue ésta una de las formas –la del cerdo– en las que se le apareció el diablo al eremita egipcio en las conocidas tentaciones que hubo de superar. Incluso el tamaño refuerza esa idea, nunca reflejado en las proporciones reales sino en un tamaño muy inferior, como si de un conejo o gato se tratase, para acrecentar esa idea de sometimiento.

Los fraileros solían tener en sus casas una imagen del Santo, en especial aquellas familias que tenían granjas, o criaban animales para poder venderlos, como el de la imagen de la familia Raya-Molero. El Santo viste un hábito marrón con capucha. En la mano izquierda porta un báculo, como pastor/abad de las comunidades monásticas que ayudó a crear. En la mano derecha lleva un libro, símbolo de las Sagradas Escrituras y del profundo conocimiento que tenía San Antonio de las mismas. Al cuello lleva colgado una campana dorada. Se asocia este símbolo a dos significados: El primero, como elemento identificador de los Predicadores, personas capaces de atraer a la gente como la campana llama a los fieles a la unión en la Liturgia. El segundo, como símbolo de los animales de los frailes antonianos. Los miembros de la Orden de San Antonio, como vivían de la caridad de la gente, dejaban a los animales domésticos libres para que fuesen alimentados por las personas caritativas. Aunque hay quien afirma que el origen de este atributo quizás se deba a que cuando en la Europa del siglo XI, se produjo una terrible epidemia de erisipela, que causó gran mortandad, fueron los religiosos de la Orden de los Antonianos quienes se ocuparon de cuidar a los enfermos, quienes anunciaban su llegada haciendo sonar una campana. Asimismo, muchos de quienes fueron afectados por la epidemia, dijeron haberse curado invocándose a San Antón, por lo que la enfermedad pasó a denominarse Fuego de San Antón.

Los Hermanos Hospitalarios de San Antonio ponían campanas a estos animales de su propiedad para distinguirlos de los demás. Estos animales servían como alimento de los más necesitados y los enfermos. A los pies de Antonio Abad se representa un cerdo. Símbolo, por un lado, de todos los animales de los cuales San Antón es patrón. Por otro lado, como representación de un ser impuro, sucio y lleno de pecado. El cerdo es el símbolo del diablo. San Antonio derrotó al Ángel Caído rechazando cada una de las ofertas con las que el demonio le tentó durante retiros del Santo en el desierto.

También en otros tiempos, la víspera se encendían hogueras, que aquí llamamos vocación, en referencia a la llamada al Santo rogándole la protección. Y entorno a ese fuego purificador se compartían las chacinas de la matanza y el vinillo del terreno, y como en otros lugares cantaban canciones en las que se recogían los sucesos jocosos y de toda índole que habían sucedido en la Villa. La oración era común a todos los asistentes: San Antón guardame el lechón. Os dejamos algunas de ellas.

Una vieja muy revieja

más vieja que San Antón

se tiró una teta al hombro

y le arrastraba el pezón.

O esta otra:

El buey se coge del cuerno

y los machos de las barbas

y las niñas que son guapas

donde se ordeñan las cabras.

Y para finalizar esta otra:

Yo tengo un caballo bayo

que le relincha a las yeguas

y yo como soy su amo

le relincho a las mozuelas.

Ya no se celebra San Antón en Frailes. La Candeleria le ha ganado la batalla de la hoguera, cantos y compartir las viandas, aún así no olvidemos que: hasta San Antón Pascuas son.

Nota: Gracias a Domingo Murcia por su generosidad, cediendo las imágenes de Alcalá la Real.

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