ALCALÁ LA REAL, DE LA EDAD MEDIA A LA EDAD MODERNA

El cinturón de atalayas que rodean la ciudad nos lleva a pensar que además de su carácter defensivo, más allá de estas atalayas se encontraba la zona boscosa, coincidiendo con el límite del primitivo término municipal. Teniendo en cuenta que la configuración más generalizada de los términos municipales era en círculos concéntricos en torno al núcleo urbano, perteneciendo al primer círculo el terreno de cultivo, bien secano, bien regadío; en el segundo círculo estaría comprendida la zona de matorral y boscosa, perteneciendo esta a los confines del término.1 En el libro de la Montería en el capítulo XXVIII trata de los montes de tierra de Alcalá la Real, et de Priego, et de Rute2, en este capítulo se enumeran los cazaderos, llevándonos a suponer por la fauna que se cita que se trata de zonas boscosas que corresponderían a los confines del término municipal. Observamos que algunos de los cazaderos que se citan corresponden a nombres de atalayas: el monte de la atalaya del Añador, el monte del atalaya de Gibralquite, que puede tratarse de la actual atalaya de Guadalquita, situada cerca de la aldea de la Hortichuela.

Por su situación estratégica, en tanto que frontera con el reino granadino, se exigía de los vecinos de Alcalá una dedicación muy importante a las tareas militares, por lo que las tierras de cultivo no debieron ser muy importantes, al menos en los primeros momentos inmediatos a la conquista. Más tarde conforme la población se iba afianzando, se fueron llevando a cabo nuevos repartimientos que elevaron la productividad de la tierra al mismo tiempo que las zonas de cultivo. Así en 1525, se produce un nuevo repartimiento de tierras, en total se repartían 10.000 fanegas de tierra a desmontar. Pero el definitivo repartimiento se realizó en 1527 y 15283, como colofón al repartimiento se hizo un libro de veredas que se conserva en el AMAR.

A raíz de la conquista de Granada, las tierras de regadío dejaron de ser repartidas, y comienza una apropiación por parte de los agricultores una vez que ha desaparecido el peligro de invasión musulmana.

Término áspero, de relieve accidentado, en primera línea de frontera, próximo a la ciudad de Granada, se presentaba poco apto para el cultivo del cereal, tan básico para la población, su carencia y situación fronteriza obligó a la corona a proporcionárselo mediante las tercias del cereal que le correspondían de Córdoba y Jaén.4 Pocas son las tierras dedicadas al cultivo del cereal como demuestra un legajo de diez hojas fechado en 1589, el 30 de agosto, en el que podemos leer:

…teniendo como tenemos relación que en aquella comarca ay mucha falta de tierras para labor de pan e que tienen abundancia de términos e pastos valdíos concejiles y realengos para el sustento del ganado.” En otro folio del mismo legajo podemos leer: “… se repartieron entre los vezinos desta çibdad diez mil hanegas de tierra de montes para labrar pan y desta causa quedan muy pocos montes para la mucha gente e ganados que hay en ella… la eterna lucha entre ganaderos y agricultores.

El viñedo es otro de los cultivos que conformaron el paisaje alcalaíno. En el Libro Copiador se hace mención que los cultivos más comunes en épocas anteriores a la conquista son “los panes y el viñedo”5. La ciudad y su aldea de Castillo de Locubín, se especializaron, o quizá, continuaron la costumbre practicada en ella antes de la conquista cristiana, en el cultivo de la vid y la venta de sus vinos tanto a poblaciones del Valle del Guadalquivir como a los habitantes del reino de Granada.

El vino, por tanto, debió constituir para Alcalá la base de la agricultura y de su comercio. Y a pesar de las exageraciones y no pocas mentiras que los demandantes de pleitos suelen plantear ante las autoridades judiciales, no deja de ser evocadora la manifestación que los alcalaínos hacen ante la Corona, de la que el monarca da cuenta el 20 de diciembre de 1515, cuando don Carlos y doña Juana se dirigen a la ciudad de Granada y les comunican:

Bien sabedes como a causa de Christoval Ruiz de Solana, en nombre del concejo, justicia e regidores de la çibdad de Alcalá la Real se quexo ante mi en el mi consejo diziendo que la dicha çiudad e su tierra no tenían otra cosa de hazienda e de trato de que se poder mantener, salvo de sus viñas, e no tener otra parte donde lo llevar a vender, salvo a esa dicha çiudad”.6 Esta situación fue ratificada por la corona, al buscar unos meses más adecuados y favorables para la venta del vino que aquellos otros que a instancias de la ciudad de la Alhambra les habían sido asignados: “…e como la dicha çiudad de Alcalá e vezinos e moradores della no tienen otra cosa de trato para se poder mantener, e si se les quitase sería ocasión que se despoblase”.7 Los Libros de Actas Capitulares del Archivo Municipal de Granada están salpicados de noticias sobre la entrada del vino alcalaíno en Granada.8

En cuanto a la organización jurisdiccional, Alcalá en época musulmana estuvo inscrita en la cora de Ilbira, más tarde bajo los Banu Ziri formó parte de la taifa de Granada, y por último formó parte del reino nazarí hasta su conquista por Alfonso XI en 1341.9 Una vez conquistada la villa por las tropas castellanas, Alfonso XI le da el fuero de Jaén y hace libres a sus pobladores de toda clase de tributos y servicios:

…que no pechen ni paguen ningún pecho por los algos que ahora han y les nos damos de aquí adelante, en la dicha villa y en su término”.10 Alcalá pasó a ser un territorio de realengo, una tierra en la que la autoridad del rey es directa, y la célula base en la organización administrativa es el concejo, que es autónomo, solo sometido a la autoridad real. La ciudad realenga esta constituida como cualquier otro concejo realengo por un núcleo urbano distribuido en colaciones o parroquias y un contorno rural de aldeas, todas integradas y comprendidas bajo el concepto de ciudad y constituyendo jurídica y socialmente el concejo en el sentido de habitantes y tierras comprendidos en una misma jurisdicción.11 Tiene pues, un ámbito territorial constituido tanto por el núcleo ciudadano distribuido en colaciones, cuanto por el alfoz de sus aldeas y una jurisdicción que le faculta en cierto modo para el gobierno de estos territorios y de los habitantes comprendidos en ellos.

A la hora de establecer la evolución demográfica en Alcalá la Real, al igual que para el resto de poblaciones nos encontramos con un sombrío panorama para realizar un estudio serio y científico sobre la demografía histórica, para poder estimar su evolución entre los siglos XIV y XVI. Nos encontramos con datos dispersos, heterogéneos y fragmentarios, proporcionados por padrones, como el recogido en el documento de las tercias, fechado en 1487 para confirmar la concesión de pagas y lievas a la ciudad que fueron: 50 caballeros, 150 ballesteros y 300 lanceros.

Estos datos llevan a Carmen Juan Lovera a pensar que pudieran ser unos 500 vecinos los de la población alcalaína y 30 vecinos los que vivían en el Castillo de Locubín.12 No será hasta 1390 y 139313 cuando sepamos más datos poblacionales, dándonos un balance de población casi idéntico al de 1341: 53 caballeros, 150 ballesteros y 287 lanceros.

Los padrones de 1478 y 148014 nos aportan la siguiente información: 55 caballeros de nómina, 64 caballeros de gracia, 23 ballesteros de la ciudad, 17 ballesteros del arrabal, 20 lanceros de la ciudad y 12 lanceros del arrabal.

Según nos informa Guardia Castellano15 tanto la población alcalaína como la de Castillo de Locubín había aumentado, en 1495 dando un balance de 704 vecinos: 555 en Alcalá la Real y 149 en Castillo de Locubín.

Según el censo de pecheros de 153016: Alcalá la Real 1.000 vecinos y Castillo de Locubín 250 vecinos.

Estos datos nos llevan a la conclusión de que a comienzos del siglo XVI los habitantes de la ciudad de Alcalá se han duplicado, ya no era aquella fortaleza militar a la que se fijan pagas y otorgan privilegios. Castillo de Locubín también ha sextuplicado sus efectivos humanos. Cuenta el AMAR (Archivo Municipal de Alcalá la Real) con varios documentos estadísticos de enorme valor contenidos en un libro de 110 folios, encuadernados en pergamino y con este título en la cubierta que corresponde solo al primero de ellos: Libro de bezindad de los bezinos que hay en esta çiudad y su jurisdición y los vezinos que tiene la villa del Castillo, lo qual se hizo en este año de 1587 .17 Ocupa solo los primeros folios del libro y tanto en Alcalá como en Castillo de Locubín se especifican calles y plazas, en sus diferentes barrios, con tal claridad que podrían reconstruirse sus respectivos planos urbanísticos. Por cierto que resultarían muy parecidos a los anteriores a los años sesenta del siglo XX18. Según este Libro de Vecindad los vecinos de Alcalá son 1.909, que con los 41 que tiene el término, en ventas y huertas suman 1.950. El Castillo cuente con 501 vecino. Los vecinos de arriba, o vecinos viejos, que tienen sus casas en el barrio de la Mota y calles anejas, son 219, poco mas o menos la octava parte de la población total. Este padrón nos describe con detalle una situación, reflejo del precario poblamiento del término rural, la mayor parte del cual se encuentra como un desierto demográfico. Así mientras los vecinos se encuentran en dos núcleos urbanos fundamentalmente, los campos nos ofrecen un rotundo vacío humano. Poco sabemos de los factores que debieron repercutir en frenar la dinámica creciente de la población, ya que, las terribles epidemias de peste bubónica, parece ser que no supusieron un fuerte impacto en la zona.

Según este padrón de 1587, de entre los 1.909 vecinos que viven en Alcalá, 196 son viudas, un número considerablemente alto, además 17 vecinos viven en Frailes, 16 en Fuente del Rey, 2 en Fuente Somera, 6 en las ventas del término, y 501 vecinos vivían de Castillo de Locubín. Además el documento nos aporta la información de como se encontraba estructurada la ciudad : En la fortaleza de la Mota estaba habitada por 294 vecinos, mientras que el alcázar solo eran 3; Las barrios se llamaban Bahondillo, san Bartolomé, Adarve santo Domingo y Albaicín, justo debajo del Trabuquete; tres era el número de plazas: Alta, Baja y Rastro; 16 el número total de calles, un postigo, situado enfrente de la carnicería que daba entrada al arrabal de santo Domingo y dos puertas: la de la Fortaleza y la Nueva.

Durante más de nueve siglos, desde la invasión árabe hasta comienzos del siglo XVII, la población alcalaína estuvo ubicada en lo que impropiamente se ha venido llamando La Mota. Se levanta la antigua Alcalá sobre la cúspide amesetada de un cerro de más de mil metros de altura (1.033 metros) en una superficie oblonga de tres hectáreas de extensión, extremadamente abrupta, peñascosa y con grandes desniveles. El trazado urbano de esta majestuosa ciudad responde, en líneas generales, al de las poblaciones hispanomusulmanas de las épocas califal y almohade. Doble recinto amurallado, con arrabales entre el muro principal y el interior, y su recinto interior dividido en tres sectores o barrios; el militar, el noble y el popular de la gente común19.

El barrio militar con la fortaleza, o alcazaba, en el sitio más alto y de más fácil defensa, y que en sentido propio, le corresponde el término Mota. Se conserva bastante bien gracias a la restauración llevada a cabo, de los años 1970 al 1974, por el arquitecto don José Luis Berges, y a las obras del Taller de Arqueología de la Escuela Taller de Alcalá la Real. La Torre del Homenaje de forma prismática y de grandes dimensiones (20 metros de altura por 17 y 16 de ancho). En su piso bajo se encuentra el ingreso a la alcazaba: un pasadizo abovedado en recodo formado por arcos de herradura dobles, los superiores apuntados.

El barrio noble, o medina, donde se situaban los principales edificios religiosos, de gobierno, administrativos, comerciales, etc. En él existían dos plazas, una docena de calles y gran número de edificios, conocidos por documentos pero desaparecidos en su casi totalidad. Quedan en pié las Casas de Cabildo, o Ayuntamiento, y la iglesia Abacial.20

El barrio popular era el de la población común, se le llamaba Bahondillo, por ocupar la hondonada de acentuada inclinación en que viene a finalizar por el oeste, la cumbre del cerro, que tiene allí, junto a la muralla de este lado su mínima altura 1.010 metros. Y en este barrio popular se encuentran los arrabales: el de santo Domingo o arrabal viejo, era el más importante, en el se encontraba la primera de las iglesias alcalaínas, la parroquia dedicada a santo Domingo de Silos; el arrabal del Adarve, san Bartolomé, al oeste y san Sebastián al norte.

Entre las incomodidades de la Alcalá del siglo XVI, era muy importante la falta de fuentes en su recinto, los aljibes que se encontraban en la Mota, no eran suficientes para el abasto de la población, por ello el abasto se producía por las fuentes existentes extramuros de la ciudad fortificada. Fuera de las murallas, en la parte alta de la ciudad nueva, junto a la iglesia de san Juan, existe todavía un pozo que, a veces, fue riquísimo en agua. Otra de las fuentes fue la Mora, de la que nos consta por documento fechado en 1514, en el que la reina Juana da permiso a la ciudad de Alcalá para hacer una gran obra que traiga el agua de la fuente de la Mora hasta el Llanillo.21 Desde entonces habrá dos fuentes de la Mora, la Vieja, el verdadero manantial que surge al pié del cerro de las Cruces, en la cañada que lo separa del de san Marcos, y la Nueva, que ocupa varios lugares en el Llanillo, hasta situarse definitivamente más o menos dónde está hoy, parte baja de la calle Real. Las dos fuentes coexisten hasta que, por el terremoto de 9 de octubre de 1680, haya que rehacer toda la obra. Se hacen nuevas cañerías, a las que se cambia la dirección y otro pilar para la Mora Nueva, mientras que a la Vieja se la tapa con un curioso edificio conocido vulgarmente como “Caseta del Nacimiento”22. El pilar de los Álamos, monumento renacentista de gran belleza, aunque se le llama fuente, a veces no es tal, porque su agua depende del sobrante de la fuente de la Mora Nueva, que desde mediados del siglo XVI, se encaña pilar abajo de la Veracruz, para regar la alameda de la que después tomará el nombre de los álamos23. Alameda importantísima que incorporando lo que hoy es parque, o paseo público, llegaba desde este lugar, por un lado, a la Fuente del Rey y por el otro, a la ermita de la Magdalena, donde hoy se encuentra la Piscina Municipal. En esta alameda hacía sus ejercicios la caballería y se reunían las milicias municipales desde fines del siglo XVII. Y la Fuente Tejuela, a la salida de la ciudad; de ella nos habla Navagiero, el embajador veneciano de Carlos V en 152624. Empieza e escasear su agua a fines del siglo XVIII. También las ordenanzas municipales nos dan información de estas fuentes25, se informa a la población que no laven ropa en la fuente Tejuela, y añade:… que nuebamente se a fecho. Además prohíbe que los aguadores cojan el agua de ese pilar para su venta, aunque sí autoriza sea utilizada en obras, debido a que pueda estar contaminada pues se encuentran cerca las tenerías. También cita otras fuentes como: la Fuente Granada, y la Fuente Beber, situadas en el ruedo de la ciudad.

El agua más apreciada para consumo era la de la fuente la Mora, además de ser la más cercana a la población. Los aguadores eran los encargados de llevar el agua hasta la ciudad, y como un servicio más a la ciudadanía es regulada su actividad y recogida en las ordenanzas. Los cantaros en los que llevan el agua para su venta han de estar en perfecto estado, y su volumen ha de ser de siete açumbres26de agua. El oficio podía ser desempeñado por hombres, muchachos o muchachas; y debían llevar dos cencerros como distintivo y anuncio de su producto en el recorrido por las calles de la ciudad.

1 MURCIA CANO, María Teresa. “El término municipal de Alcalá la Real en la Baja Edad Media”. I Jornadas de Estudios de Frontera. Alcalá la Real y el Arcipreste de Hita. Diputación Provincial de Jaén. Jaén 1997. Págs.437-460.

2 Libro de la montería del rey don Alfonso XI. Ed. Gutiérrez de la Vega, José. Madrid 1887. Ed. Facsímil Guillermo Blázquez Editor. Madrid 1983. Tomo II

3 CASTILLO FERNÁNDEZ, J. “Repartimientos y usurpaciones de baldíos en Alcalá la Real (1525-1552) Cuadernos del AMAR. Alcalá la Real 1993. Págs. 109-110.

4 AMAR. Legajo 1. Pieza 12. Privilegio de las Tercias. 1478, junio, 11. Sevilla.

5 AMAR. Libro Primero de Privilegios y Ejecutorias. Fol. 107-108.

6 AMAR. Privilegio del vino. Fol. 2r.

7 Ibidem. Fol. 3r.

8 TORO CABALLOS, F. Colección Diplomática ……. Reyes Católicos. Págs. 318-319.

9 CANO ÁVILA, Pedro. Alcalá la Real en los autores musulmanes. Jaén 1990.

10 JUAN LOVERA, C. Colección diplomática ….Doc. núm. 4.

11 CARLÉ, María del Carmen. “La ciudad y su contorno en León y Castilla”. Anuario de Estudios Medievales. 8, 1972-1973.

12 JUAN LOVERA, C. Colección Diplomática Medieval … Vol. II. Pág. 18.

13 MURCIA ROSALES, D. “Alcalaínos del siglo XIV”. I Jornadas Estudios de Frontera. Alcalá la Real y el Arcipreste de Hita. Jaén 1997.

14 MURCIA ROSALES, D. “Alcalaínos del siglo XV”. Estudios de Frontera. Jaén 2000.

15 GUARDIA CASTELLANO, Antonio. Notas para la historia de Alcalá la Real. Ed. facsimil. Alcalá la Real 1996

16 Alcalá la Real. Historia de una ciudad fronteriza y abacial. Vol. II. Alcalá la Real 1999. Pág. 66

17 AMAR. Legajo 3. Pieza 2.

18 MURCIA CANO, María Teresa. Alcalá la Real. Claves de su historia. Alcalá Grupo Editorial. Alcalá la Real 2006.

19MURCIA CANO, M.T. Alcalá la Real. Claves de .. Ibiden.

20 JUAN LOVERA, C. “La Alcalá la Real de la Mota. Una ciudad medieval y renacentista”. Visitas al patrimonio histórico provincial de Jaén. Colegio Oficial de Arquitectos de Jaén. Jaén 2000. pág. 64.

21 TORO CEBALLOS, F. Colección Diplomática del Archivo …….. Reyes Católicos. Doc. 87. Pág. 244

22 JUAN LOVERA, C. “La fuente baja de la Mora”. Revista Almenara. Nº. 23. Octubre 1986. Págs. 18-19.

23 JUAN LOVERA. C. “El pilar de los Álamos”. Revista Almenara. Nº. 24. Noviembre 1986. Pág. 19

24 JUAN LOVERA. C. “Efemerides”. Rev. Almenara. Nº. 25. Diciembre 1986. Pág. 19

25 AMAR. Ordenanzas Municipales….

26 Azumbre: medida de capacidad para líquidos del antiguo sistema de pesas y medidas de Castilla y que se componía de cuatro cuartillos, equivalentes a dos litros y 16 mililitros. Su patrón, la cántara, se hallaba en Toledo. Una azumbre, en el sistema decimal corresponde a 2,0166 de litro; ha sido sustituido en el sistema decimal por el litro.

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